MIGUEL ADROVER:Hoy es tu balcón

Me acerco con timidez a dejar mis huellas en “El País de los Bosques” atendiendo la invitación de Malena y Carlos, digo con timidez porque no sé si estaré a la altura de lo que quizá se espera de mi, aunque os prometo que en cada una de mis huellas encontrareis calor y amistad, intentaré llevar también un poquito de ilusión, y siempre gratitud hacia mis anfitriones.

En mis cuentos me gusta sentar a los Dioses al borde de precipicios, desde donde contemplan sus creaciones, desde donde ríen, lloran, se emocionan, y hasta demuestran su lado más humano.

Hoy, en este mágico mundo que me permite crear la escritura, he decidido enseñaros este maravilloso arco iris, que nace del mar, que se funde en el cielo, una paleta de colores para pintar de ilusiones cada despertar.

Un despertar que cada día anuncian las gaviotas sobrevolando el amanecer, un vuelo de libertad, un vuelo de alma del mundo, un vuelo de alegría. Quizá esa alegría de la amistad, esa que desde la lejanía hizo que un destello de luna y viento un día se colara en El País de los Bosques.

Un País de los Bosques el tuyo, que fluye como el agua de un arroyo, para ir creciendo hasta convertirse en río, un río que llega al mar y se convierte en océano, para ser de nuevo absorbido con ilusión por una nube que de nuevo nutrirá el manantial donde nace el arroyo.

Desde ese balcón hacia el infinito, tampoco quiero que te olvides de las pequeñas emociones del día a día, de ese sabor de la fruta en el paladar, de ese sentir en la boca todo el jugo de una naranja, de un melocotón maduro, de esa sensación de cerrar los ojos y sentir ese placer que hace que los sabores te transporten a momentos felices, recuerdos ligados con esas sensaciones.

Ni que olvides que siempre alguien guardará una flor para ti, que siempre una rosa estará esperando ser recogida, que en cada gesto tuyo hacia los demás has creado ese rosal que florece, que tu cariño lo ha regado, y que tú debes sentirte orgullosa de cómo lo has ido cuidando, y ahora, felizmente disfruta de la belleza de sus flores.

Y finalmente, desde ese balcón mágico te acercaré a Mishú, mi gato para que puedas acariciarlo, para que sientas el ronroneo de la vida y para que te relaje, que tu mano sienta la suavidad de su pelo, para que te pierdas en su mirada tranquila, de confianza.

Y mientras acaricias a Mishú, yo lentamente me retiraré, despidiéndome de ti, así, en silencio pero agradeciendo a esos dioses cuyo balcón hoy has ocupado el haber posibilitado que un día encontrara desde mis destellos de luna y viento, ese mágico País de los Bosques que bien podría llamarse, País de la Amistad.
Texto y fotos: Miguel Adrover Caldentey